martes, 5 de febrero de 2013

EL CARRO DE LA LEJÍA, 5 febrero 2013 “Todo es falso, menos algunas cosas” Además de imponernos subidas de impuestos y rebajas de comodidades, estos chicos aseados del gobierno (¿) se empeñan en enseñarnos un nuevo lenguaje, el castellano PPrino. Están abonados de escasa cultura y excesivo engreimiento, y así nos va. Ejemplo de ayer: el ministro wertiginoso, léase de educación (¿), lo ha dicho claramente a nuestra juventud: no estudiéis lo que os gusta, sí lo que ofrezca una rápida colocación. Andan siempre con los dineros a vueltas estos expertos del dinero, que lo manejan, legal o ilegalmente, con fantasía y generosidad (para ellos, naturalmente). Como si fuera un privilegio andar toda la vida con el yugo del trabajo incómodo y no deseado. Lo dirá para que sigamos su ejemplo: le/les gusta tan poco su oficio que han terminado en ministros. Vamos al lenguaje: ha dicho el gran pope don Tancredo Rajoy en Alemania, donde son maestros en la precisión, defendiéndose del bárcenasgate: “Todo lo que se refiere a mí… no es cierto, salvo algunas cosas; todo es absolutamente falso”. Vean que maravilla de exactitud y ponderaciónn, qué manera de igualar términos contrapuestos: todo, absolutamente, contra algunas cosas. Como es su lenguaje es la realidad que quieren y patrocinan. La ministra que las Mata callando, pillada con las calzonas bajadas, dijo primero que no sabía nada de cobros, en especie regalona y festiva, poco claros procedentes de dinero bajo sospecha, dinero Gurtël; no se enteró de casi cinco mil euros de confeti caídos sobre ella y su familia; ahora dice que sí, que tiene facturas, pero no las enseña. Apenas palabras, porque decir que las tiene no supone que las tenga, pero se salva, cree, con la mentira; el lenguaje le sirve para crear una realidad; técnica PPra. Carlos Floriano, de la cúpula “inteligente” del PP, ha dicho que se va a querellar contra todo y contra todos; es decir, que va a establecer la justicia universal; sus meteduras de pata molestan hasta en el partido. Dice, refiriéndose al imputado exmarido de la Mato -las mata callando-, que “los imputados no pueden ser despedidos legalmente”, que sería entender la nueva normativa laboral a la manera del rey. No es que pueden, es que, por decencia, deben ser despedidos: otro uso indebido de verbos. Empiezo a sospechar que estos aseados muchachos van a clases de gramática con el wertiginoso ministro de educación; de ahí la excelencia de su verbo, que siempre desea anteceder a la realidad. Tendrían que hacerles un examen de cultura general antes de ser nombrados ministros. Más ejemplos: el montapollos Bárcenas. Ha dejado que corrieran palabras, discursos, implicaciones, temblores por toda la geografía del PP durante muchos días. Ahora dice, incluso contra la opinión de expertos grafólogos, que el cuaderno no es suyo, que la letra no es suya, que está sorprendido con tanto revuelo. Debe ser desde que se ha enterado de que Hacienda no admite su limpieza de diez millones de los escaqueados en Suiza, y que va a poner en limpio su economía y fiscalidad. Este lenguaje de Hacienda tiene su alzhéimer, su limbo, es como un día nevado de Suiza, puro y duro en unas fechas, primaveral en otras; a él le tocó un día de los malos. Y Bárcenas, con el dijedigo aprendido en la escuela PPra, de reconocimiento universal, parece que no va a salvarse, cayó en su propia trampa. A él y a su padrino Montoro les ha salido el tiro por la culata, que es lo que le viene ocurriendo hace tiempo al chulito cowboy de hacienda, ya incapaz, con su lenguaje de doble filo, de conseguir una realidad a su medida. Y la oposición con miedo; así nos va. PABLO DEL BARCO

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