miércoles, 18 de marzo de 2015

EL CARRO DE LA LEJÍA, 18 marzo 2015

Una PPatética bufonada con Pésimos Protagonistas

            Hacienda, a regañadientes, y después de varias amenazas, entregó al juez Ruz el informe sobre las cuentas del PP (PartidoPutrefacto) con el dato de los 220.000 largos euros no satisfechos por las donaciones recibidas. Montoro, ministro a lo que parece PresuntoPutrefacto, por boca de su segundo, Rogelio Menéndez (hermano del director de la Agencia Tributaria), ha lanzado a los medios una versión –“argumentario” lo llama– envenenada, mentirosa, como es propio en este PartidoPartido, activando la misericordia comparativa al meter en danza a Cáritas, institución a la que critica cuando ésta ofrece datos del hambre que hay hoy en España. Los PresuntosPadresdela desigualdad quieren convencernos: el PartidoPudiente hace una labor social equivalente a la de la institución de caridad –dicen– preocupado por conseguir el bien de los españoles –dicen–. La comparación entre el informe verdadero y el lanzado a los medios resulta ridícula, malintencionada, pudiendo calificarse, según los expertos, de una bufonada de escaso talento (como últimamente las cosas del PartidoPinocho, que se tiene que amparar en su mayoría absoluta para salir adelante en todas las cuestiones que interesan al resto de los españoles; o sea, los que no son ellos). Sobre el dinero para arreglar la sede del PuercoPartido también se inventan excusas que servirían para concursar en algunos Juegos Florales.
            Hacienda somos todos, dice el chistoso ministro Montoro; su PinchePartido lo es a la hora de cobrar, no a la hora de pagar. Él ha contribuido a esa cínica actitud montando una sociedad asesora que también le ha bailado dinero a su querida Hacienda; justifica que los no pagos se hicieron cuando él ya estaba en el gobierno de Jeque de nuestros dineros. Pero oculta que cuando se produjeron los hechos sí estaba trabajando en la empresa presuntamente estafadora. Ahora sonríe con su sonrisa de conejo huérfano tratando de justificar lo injustificable. Y sale huyendo y silencioso por la trampilla del escape cobardemente.
            Éstos PobresPirañas  llegaron para comérselo todo, pero dejaron la cabeza en la codicia y la desvergüenza y quisieron ponerla en la modificación de un lenguaje que quieren utilizar para hacerlo esclavo de sus interesas. Decía hace unos días Arturo Pérez Reverte que la patria de cada uno en su lenguaje; más o menos. Con estos Panolis de la Palabra se llena el mundo de apátridas, porque su lengua de nacimiento la manejan mal, muy mal, y la que han aprendido, la de la mentira, la usan con demasiada arrogancia, de forma que se les ven las bragas por debajo de los pantalones. Llamaron “conflicto armado” a la guerra de Irak, que era una guerra muy guerra; se inventaron todo un diccionario para convencernos de que aquí nunca hubo un “rescate”; quieren quitar del diccionario la palabra “imputado” y sustituirla, ellos que son líderes indiscutibles en maratones de la imputabilidad, por dos: “investigado” y “encausado”. De un plumazo echan abajo un término que tiene 2.500 años de antigüedad; será para hacerse dignos de la clave, visionaria, de su campaña política: con el PP llega la  modernidad. ¡JA JA! El tibio, beatífico y poco conocido aspirante a la presidencia de la Junta de Andalucía decía ayer: “El PP va parriba” utilizando un español culto y digno. La aspirante a la alcaldía de Madrid presume de liberal, con mayúscula, y su primer acto de campaña es ir a una manifestación antiabortista y proclamar que cerrará el campo de fútbol si se pita el himno nacional en la final de la copa del rey. ¿Sabrá ella, por acaso, qué es la libertad y el respeto por la libertad de los otros?
            Rajoy ha descubierto de repente Andalucía, la huérfana, y viene a arroparla antes de que la vistan otras galas que no son las suyas, y para saber la que le espera en el resto del país, harto de sus mentiras, porque –piensa– tal vez la gracia andaluza no se percate de sus bolas Hoy ha dicho que  han bajado los desahucios en España cuando las estadísticas dicen lo contrario. Su arrogancia es tan inmensa como vana, tan aparentemente varonil que a sí misma se desmiente. Está nervioso; últimamente no sabe ni contar; habló de dos palabras claves en su diccionario político y pronunció tres :–“Hay dos palabras incompatibles: Partido Socialista y empleo”. Se está convirtiendo en un personaje ridículo y da pena; ni como enemigo sirve ya, ni como jefe de un partido político que se descompone a ojos vistas.


                                                                                                                     PABLO DEL BARCO

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