miércoles, 15 de noviembre de 2017


EL CARRO DE LA LEJÍA, 15 de noviembre de 1027

¡Basta ya! La dignidad no se inventa

Me había prometido no escribir más sobre Cataluña, también por salvarme de la frustración de un país en el que he vivido y donde he construido mi profesión. Pero la deriva que llevan los independentistas me abochorna y me enfada. Sobre todo después de oír a la presidenta del Parlamento catalán, al salir de la cárcel, que hay que mantener a toda costa la dignidad. ¡Qué atrevimiento! ¡Qué desvergüenza de quien proclamó la independencia de Cataluña y ahora el miedo a la prisión le hace desdecirse de manera indigna y grotesca! Las palabras no se las lleva el viento cuando se han dicho en un medio de comunicación y distribuido por todo el mundo. Es curioso ver la batería inagotable de excusas que están dando los fracasados políticos catalanes independentistas. El ex presidente Puigdemont habla también de mantener la dignidad; un tipo que ha huido, aunque lo disfrace con otras palabras y otras justificaciones, después de mentir al pueblo catalán, conducirlo a la lucha interna y arruinar su industria, también fugitiva contra la seguridad que el ex presidente Mas (el pretendido y fantaseado rey Arturo) y el ex vicepresidente Oriol Junqueras (fallido y atribulado clown de la economía) habían dado de que no solo no huirían las industrias de Cataluña sino que se darían bofetadas para instalarse en su territorio. ¡Qué valor! Pero ¿cómo hay en Cataluña personas que crean en estos hazmerreir de la política, en estos bufones del bien común, en esta panda de cavernícolas que tanto usan la palabra dignidad y tan poco la practican? Mi abuela me repetía muchas veces el refrán: “Dime de que presumes y te diré de qué careces”.
Me sirven de buen ejemplo para desconfiar de esta sociedad que se deja engañar, con señuelos de escaso valor, por tipejos de menos valor aún, que se desdicen y se quedan tan anchos pensando que el mundo al que se dirigen es una masa irracional, impensante, estúpida. Y no les falta razón porque fácilmente se acepta su incoherencia, por más que se les vea el plumero de que su mayor interés es mantenerse en el poder, del que, sin duda, sacarán enormes réditos personales. ¿Cómo entender si no que quienes han proclamado su interés por la independencia, a veces insultando al Estado –y al pueblo español– se peleen ahora como cafres sin memoria para contender en unas elecciones convocadas por ese Estado al que denuestan sin descanso? ¿Cómo justificar que quienes tanto aman a su pueblo, pero del que han huido, hagan su campaña lejos de ese mismo pueblo con el que proclaman cercanía y unidad, desde el extranjero, viviendo lejos de la legalidad de ese Estado –enemigo dicen– que convoca elecciones, a las que no se quieren someter por miedo a la prisión?
Todo esto es un vodevil, de los malos, de principiantes que incluso manejan mal la pluma y donde dijeron Diego dicen cualquier tontería con mala sintaxis. Quienes hace unos días hablaban como representantes de la República de Cataluña, asumida y proclamada por todo un pueblo –decían– ahora devanan sus coronadas cabezas por buscar una justificación que les permita optar de nuevo a un cargo de alta política para  borrar su evidente fracaso. Pero ni entre ellos se entienden ni respetan, tal es su afán de instalarse de nuevo en el poder.
He visto a Marta Rovira, la definida como la mujer fuerte de la independencia, llorar con un hipo de niña engañada, triste y enrabietada. A Carmen Forcadell esconderse en su cárcel dorada del Parlamento Catalán, con una mirada de payesa acobardada tras su paso fugaz por la cárcel. A Anna Gabriel ya no la he vista más. Mientras a este grupo de perdidos y bisoños políticos independentista les mantengan encerrados a sus héroes estaremos soportando esta cencerrada hueca y triste. Y a Rajoy y su Gobierno felices, con los cencerros a todo trapo, después de tirar la piedra y esconder las consecuencia y las noticias de la corrupción y el torpe gobierno.

                                                          PABLO DEL BARCO

lunes, 13 de noviembre de 2017


EL CARRO DE LA LEJÍA, 13 noviembre 2017

El músico Antonio José, otro García Lorca, asesinado

Ayer vivió la ciudad de Burgos un acontecimiento histórico con el estreno mundial de la ópera, incompleta, El mozo de mulas, original del músico burgalés Antonio José, nacido en 1902 y asesinado por los fusileros franquistas el 9 de octubre de 1936. En Estépar, a veinte quilómetros de Burgos, se buscan sus restos, amontonados en una enorme fosa común de víctimas no identificadas, en la que trabajan buscadores sin descanso para ensalzar su memoria. García Lorca le antecedió en la maldad y el rencor, el 19 de agosto de aquel fatídico año. Y por parecidas razones: ninguna, salvo las que dicta un espíritu retorcido y envidioso contra quien destaca por su inteligencia y su sensibilidad. Antonio José (Martínez Palacios) con trece años compuso Cazadores de Chiclana. Tuvo amistad en Madrid con García Lorca y Regino Sáinz de la Maza. En 1926 comenzó a escribir El mozo de mulas, una ópera bellísima y compleja que nunca pudo terminar. Ayer, en el Teatro Fórum Evolución, el recinto que alberga las investigaciones sobre Atapuerca, se rindió digno homenaje a su memoria, figura destacada en la teoría y la práctica de la canción popular, con un historial brillantísimo en el mundo musical en la hora de su asesinato.
            Yo estaba allí; no podía faltar; nací en el mismo barrio que Antonio José, fuimos a la misma escuela de niños, nuestra primera escuela; vimos la luz casi el mismo día, con muchos años de diferencia, vivimos en Andalucía –Málaga y Sevilla– y andamos los dos trotando por el mundo de la creación. El día antes publicaba la prensa local un poema mío dedicado al músico:


Diálogo con Antonio José

Quizás porque los dos pisamos
el mismo suelo en nuestra infancia
–desde el Hondillo hay una línea tensa
hasta la Moneda, trazada con tiralíneas
y amor viejo de pisadas cosidas en siglos
arrimados al viento y a la nieve, cuando
era la nieve y las huellas construían
alegres naturales mosaicos del mañana–;
quizás porque aquella vieja escuela
de San Lorenzo, donde aprendimos
los primeros suspiros y las primeras letras
subiendo por la estrecha escalera que abría
el abanico de los juegos y los gritos
del alma espontánea sin saber de futuros,
donde tal vez dejaste revoloteando
los futuros arpegios de tu música;
quizás porque vimos la luz en un diciembre
cuajado por el agua y el frío y crecimos
junto a la vieja fuente que se vestía
de largos carámbanos como chupetes
que hacían dulces nuestras bocas
de pequeños trotones incansables
–hoy ya no existe, como tantas ilusiones–;
quizás porque el paseado Espolón
o las agujas de la vecina catedral
nos llevaron a los vuelos del espíritu,




descosiéndonos inocentes de la realidad,
costurándonos a otro sin fin de cosas
del sentimiento y la razón que
a pocos les calaba y eran nuestro sino;
quizás porque tuvimos el sueño de Andalucía,
tú la salada dulzura de Málaga, yo la piadosa
apariencia de la Sevilla que transporta
las vírgenes en los hombros festivos
de sus hombres fantaseados de devotos;
para regresar a la sangre, a la historia,
desagradecida contigo, cercenada
por paisanos que solo llevan cuchillos
en las manos y piedras picudas
en el corazón de trapo y la cabeza de escoria
traspasada por cinco flechas de falso heroísmo.
Tú labras con la libertad los compases,
yo te propongo labrar con la palabra,
hacer un códice de suaves melodías
en esta tierra azul y dura donde aún existen
la mirada franca, la mano cálida, los brazos
como acero para salvar al hombre del miedo
y la pobreza, de la nada y el tópico,
navegando por nuestro amado río que nos dio
la fe y nos enseñó a fluir eternamente.

La representación de la ópera, dirigida por Javier Castro con la Orquesta Sinfónica de Burgos y el espléndido coro de la Federación Coral Burgalesa fue un acto emocionado y respetuoso rehabilitando la figura del músico. Superados la venganza y el odio, nos queda la belleza de la creación de este músico genial, que hoy hermana a vencedores  y vencidos. Ayer Burgos era la ciudad de la fraternidad y el futuro.            PABLO DEL BARCO

miércoles, 1 de noviembre de 2017


EL CARRO DE LA LEJÍA, 1 noviembre 2017

No recuerdo ningún pícaro en la literatura catalana. Pero en estos tiempos modernos e incoherentes aparecen como las setas, algunos disfrazados de supuestos honrados presidentes políticos. Al Sr. Puigdemont se le está poniendo a marchas forzadas cara de Lazarillo o Buscón. Lazarillo porque va a ciegas y necesita que alguien le conduzca por las calles sinuosas de la vida política; en el lazarillo no se debe de confiar plenamente porque a la primera te engaña, se come las uvas del racimo de dos en dos cuando el trato era comerlas de una en una, aprovechando la ceguera del ajeno. De Buscón tiene mucho, procurando trampas y víctimas, huyendo del honor a las primeras de cambio, trampeando siempre contra su mínimo de honestidad, haciendo ver que lleva buenas vestiduras propias, creyendo que todos van a creer lo que ni él mismo cree. Y, sobre todo, porque solo responde a las palabras y a la verdad que se inventa y que va construyendo a saltos, a la medida de las dificultades del camino. Más que ajustarse a cada momento hace, PRETENDE,  que cada momento se ajuste a él. Y así le va a este prestidigitador que consigue seguidores tuertos, ciegos, para andar por un mundo sin pies ni cabeza, pero que envenena y destruye por donde pasa, como el caballo de Atila.
En un poema en acróstico que escribía hace unos días contra los catalanes que actúan contra Cataluña, la primera palabra que me surgía era la de “cobardes”.

COBARDES
ANTISOCIALES
TOMAN
 ATRIBUCIONES
iLEGALES
UNGIDOS por
NORMAS
YERMAS de
AMOR
La pretendencia de Catalunya. Algunos catalanes contra Catalunya
Tiene el ex presidente en vilo a toda España, como un mago que se reserva la sorpresa de hacer aparecer y desaparecer la paloma de su chistera (¿vendrá chistera de chiste en este caso?). Paloma con el pico de colores amarillo y rojo y barretina de amplios vuelos que le permiten volar lejos para escabullirse, arañando el mapa de España con sus garras cuando se posa virtualmente en esta tierra antigua y sufridora, negociada por políticos cafres, a los que este ex presidente catalán está haciendo buenos. Y el vilo en el que España estaba sumergida antes de su aparición –la corrupción– se agazapa con la esperanza de que no vuelva a resurgir. Parece que este evento de mala solución que vivimos con la regionalidad atravesada y confusa estuviera surgido para tapar el otro, más grave, más profundo, que no se puede atajar con leyes ni otras actuaciones legales.


                                                PABLO DEL BARCO